Pues una lee esto y la verdad se cabrea muy profundamente. Y sí, los datos están sobre la mesa, y son irrefutables pero yo creo que hay esperanza para el pequeño comercio. Creo que es necesario y que quizás lo que falten sean pequeños empresarios formados y con ganas.
El relevo generacional es en este tipo de empresas casi impensable. Yo he visto a mis padres y hermanos mayores trabajar sin conocimiento, sin reloj, de sol a sol . Yo ahora mismo llevo un ritmo de trabajo que si lo pienso fríamente acojona, acojona a culaquiera que no tenga instinto de supervivencia y superación.
Pero creo que lo que faltan son gente con ganas, sin miedo y con buena preparación tanto profesional como comercial para arrancar y comerse su mercado sí o sí, por cojines que diríamos en una conversación.
Ahora veo a mis sobrinos, que ni se plantean ser empresarios y llevar la vida de trabajo y esfuerzo que sus padres han llevado. Ese trabajo con el que sus padres les han pagado una carrera, un coche, les han ayudado con la entrada de un piso, o les ha permitido irse de vacaciones a donde han querido, o comprarse la ropa que les ha dado la gana. Pese a que ahora piensen que sus padres estaban locos, esa locura ha sido lo que ha sacado a las familias adelante. Claro que es más cómodo cobrar un sueldo y dar las ocho horitas, tener el mes de vacaciones, poder ponerse malo y pasar de baja una gripe, claro que es más sencillo, por eso mismo no existe ese relevo generacional.
Los que llegan con hambre de vivir mejor lo hacen en patera, ya sea de África, o de Sudamérica, ese, ese es el relevo generacional que nos espera. Pero, hay un pero, son trabajadores que no conocen el oficio y que han de aprenderlo, cuando los de casa lo llevan dentro per se, porque nos han visto y lo han vivido.
Los comerciantes de barrio hemos de aprender a ser profesionales y expertos en nuestras respectivas materias, y desde las instituciones lo han de fomentar, pero lo más importante: los comerciantes hemos de avanzar y especializarnos y lo más importante es que necesitamos vocaciones de empresarios, no de asalariados.
Dsde luego medidas como las de querer liberalizar los horarios solamente convienen a grandes empresas que pueden pagar asalariados y turnos y no a las pequeñas empresas, muchas de ellas familiares, a las que a base de horas y horas de trabajo y esfuerzo se les cierran los ojos trabajando en las tiendas y no conocen las vacaciones.
Cuando me hipotequé en mi piso hubo quien me comento que éste no tenía vistas. ¿Vistas? ¿Para qué? si yo no paso tiempo en casa aburrida con necesidad de asomarme a la ventana. Vengo a casa a comer y a dormir.
En otras capitales, léase Barcelona, si ha aumentado el pequeño comercio ha sido porque ha llegado una oleada de comerciantes extranjeros que han abierto tiendas y también porque muchos asalariados cuyas fábricas han cerrado se han convertido en profesionales de pequeñas empresas de servicios, pero por su cuenta. Pequeño comercio al fin y al cabo. Son los desengañados o expulsados del trabajo asalariado por un lado y por otro los extranjeros no cualificados que se buscan la vida como pueden, al carecer de titulación, con hambre de prosperidad, sin miedo a trabajar y acostumbrados a peores condiciones laborales.
Todo esto sin olvidarnos de un detalle, el pequeño empresario es el trabajador peor pagado.
¡Qué le vamos a hacer, a mí me gusta!
En cuanto a los clientes, por propia experiencia puedo afirmar que si se monta un negocio en condiciones, se trabaja buen género y se atiende con profesionalidad, sabiendo lo que tienes entre manos, el vecindario responde, y se revitalizan zonas desatendidas.
Y para finalizar esta reflexión dos acusaciones con nombre propio: Alvalle y Nestle. Dos grandes marcas ¿verdad? Pues bien, a título propio y dado que en una de las tiendas en vez de frutas y verduras trabajo bajo el epígrafe de alimentación y bebidas me puse al habla con ellas y me encontré con que:
La marca Alvalle pretendía venderme alguno de sus productos a un precio superior al que se podían encontrar en cualquier gran superficie.
La marca Nesté ni se digno a vivitarme, tras tenerme cuatro días colgada al teléfono el representante de la zona Norte me informó muy amablemente que pasaban de vender a pequeño comercio, que si quería vender su producto que lo comprase yo en gran superficie y lo revendiese.
Menos mal que mi negocio principal es el de frutas y verduras, y el complemento son conservas. Si hubiese de trabajar en tienda tipo ultramarinos me vería abocada a cerrar y ser tildada de carera por los clientes que encontrarían cualquier producto más barato en las grandes superficies.
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