Hemos tenido el honor de ser incluidos en la Ruta Comercial organizada por Lan Ekintza. Nos visitaron un grupo de casi 20 personas acompañadas por Yolanda Jugo (nuestra profesora favorita), Nekane y Susana de Creación de Empresas de Lan Ekintza.
La verdad es que fue un rato agradable compartir con todos ellos nuestra experiencia laboral, con personas con ganas de emprender su propio negocio.
Pobrecitos, después de subir la cuesta que hay desde Casco Viejo, con la calor que hacía, a nuestra tienda se imponía ofrecerles algo de ensaladita o fruta fresquita, que creo que la agradecieron.
Parece ser que esta nueva forma de vender alimentos por la que hemos apostado es buena idea.
Abrimos la tienda nueva (Uríbarri 29) en una calle donde el comercio brillaba por su ausencia, de hecho tiendas sólo hay dos: una pescadería y una farmacia. El resto son tres bares y un par de talleres.
Algunos nos tildaron de empresarios suicidas pero el tiempo, la constancia y el buen hacer (claro que sí) nos van dando la razón. Además de frutas y verduras frescas, verduras congeladas, y en conserva en una calle no comercial hemos seguido avanzando y experimentando en servicios adicionales, y no olvidemos la biblioteca, que tan buena aceptación está teniendo por parte de todas las edades y culturas.
Digo yo que vamos por buen camino, cuando profesionales del sector, los que van un paso delante nuestro, los que nos enseñan y dan cursos, nos toman como referente de nueva empresa y ejemplo para personas que se están planteando abrir
un negocio.
Desde mi humilde puesto les animo a ser valientes, a arriesgarse y en apostar por zonas «no comerciales» donde puedo asegurar que si son buenos profesionales tendrán un buen futuro como comerciantes.
Pero sobre todo sobre todo que nunca se olviden que los comerciantes además de productos hemos de ofrecer un buen servicio. Cada cliente que entra por las puertas de nuestra tienda nos hace un regalo con el sólo hecho de elegirnos a nosotros entre toda la competencia que hay y eso ha de hacernos cuidarle y mimarle como lo que es: el rey de nuestra empresa. Porque sin el cliente no hay comercio.